Texto sobre la pirámide de Keops
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>>Quizá
preguntes cómo se le pasó al rey por la cabeza hacerse construir
aquella gigantesca sepultura. Eso tiene que ver con la religión del
antiguo Egipto. […]>>
[…]
>>Pero
lo más importante en la curiosa religión de los egipcios era la
creencia en que las almas de las personas abandonan, sin duda, el cuerpo
al morir el ser humano, pero siguen necesitándolo de algún modo. Los
egipcios pensaban que el alma no podía sentirse bien si su anterior
cuerpo se transformaba en tierra tras la muerte.>>
>>Por
eso conservaban los cadáveres de los difuntos de una manera muy
imaginativa. Los frotaban con ungüentos y jugos de plantas y los
envolvían en largas tiras de tela. Estos cadáveres conservados así e
incorruptibles se llaman momias. Hoy, después de muchos miles de años,
no se han descompuesto todavía. Las momias se depositaban primero en un
ataúd de madera; el ataúd de madera, en otro de piedra; y el de piedra
no se introducía tampoco en la tierra, sino en una sepultura de roca.
Quien podía permitírselo, como el «hijo del Sol», el faraón Keops, hacía
que se levantara para él toda una montaña de piedra. ¡Allí, muy dentro
de su interior, la momia estaría, indudablemente, segura! Eso es lo que
se esperaba. Pero todas las preocupaciones y todo el poder del rey Keops
fueron inútiles: la pirámide se halla vacía.>>
>>En
cambio, se han encontrado conservadas todavía en sus sepulcros las
momias de otros reyes y de muchos antiguos egipcios. Estas sepulturas
están dispuestas como viviendas para las almas cuando acudían a visitar
su cuerpo. Por eso había en ellas alimentos, muebles y vestidos, y
muchas imágenes de la vida del difunto, incluido su propio retrato, para
que el alma encontrase la tumba correcta cuando deseaba
visitarla.>>
GOMBRICH, Ernst, Breve historia del Mundo, Barcelona, Península, 2007.
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